HAYA SIDO EL ASESINATO DE LA ALCALDESA DE TEMIXCO, MORELOS, GISELA RAQUEL MOTA OCAMPO o el conocimiento de a lista abultada de 40 alcaldes y ex alcaldes asesinados en los últimos 8 año o el desbordamiento de la paciencia ciudadana que exige mayor seguridad para sus vidas y sus bienes, el caso es que varios de los 17 alcaldes que acudieron a una reunión de seguridad en Acayucan con las autoridades estatales se armaron de valor civil y olvidando las formas agachonas, hipócritas y hasta zalameras que acostumbran frente a funcionarios estatales, de su ronco pecho y a coro denunciaron que la zona sur es tierra caliente y de nadie, donde los secuestros, el robo con violencia, los asaltos, las ejecuciones y la violación de los derechos humanos siguen presentes sin que haya poder institucional que los frene.
El artero crimen cometido en la humanidad de la presidenta municipal Mota Ocampo al inicio del presente año, conmovió y atemorizó a los alcaldes del país y les hizo ver que ni ellos están a salvo de las acciones violentas de los criminales y mientras algunos, como Cuauhtémoc Blanco en Cuernavaca ya están resguardados por diez militares y dos carros artillados, a otros ni siquiera les alcanza el presupuesto para alquilar un guardaespaldas o un velador casero.
En la reunión de Acayucan entre autoridades municipales del sur y funcionarios estatales encabezados por el gobernador Javier Duarte de Ochoa, las voces discordantes de los alcaldes, agentes municipales y ganaderos fueron silenciadas con la entrega de 26 camionetas, 17 coches, armamento, uniformes y fornituras.
Y la ciudadanía se pregunta: ¿para qué más equipo vehicular nuevo, si el que se ha entregado en anteriores ocasiones con la misma publicidad y el mismo optimismo ha terminado destartalado en los talleres por falta de dinero para la compra de refacciones o el pago de las facturas de reparación o se quedan a media calle detenidos por falta de gasolina?
El efecto y la rutina de estos eventos ya las conoce la ciudadanía: primero el discurso oficial reafirmando que ahora sí habrá coordinación entre las diversas instituciones federales y locales encargadas de la seguridad en la región, aunque en los hechos se demuestre lo contrario; Se hace entrega formal mal de unidades y armamento; arranca el desfile de las patrullas por las calles con el nuevo personal policíaco y se multiplica el patrullaje en colonias y ejidos. Pero después de que se van los funcionarios estatales, a los pocos días van disminuyendo los patrullajes, se envían los policías a otras zonas y de nueva cuenta la ciudadanía queda indefensa ante los embates del hampa.
Para evitar que todo lo anterior suceda, los 17 alcaldes del sur que hicieron de tripas corazón y expresaron al Ejecutivo estatal el temor fundado y los reclamos de inseguridad que les hacen sus gobernados, debieran mantenerse unidos en sus demandas, supervisando que el gobierno estatal y sus dependencias de seguridad cumplan con los propósitos de año nuevo y no se queden en meras promesas de precampañas políticas.