Parece que desde el inicio de la LXIII Legislatura los diputados federales alineados en la izquierda buscan diferenciarse de los diputados de otros partidos adoptando medidas y acuerdos que se ajusten a los tiempos de austeridad, responsabilidad y al fin de los privilegios.
Primero fue el Movimiento Regeneración Nacional, MORENA el que anunció que una parte de los ingresos de sus 37 diputados federales se destinaría a la educación superior y que renunciarían a los gastos médicos mayores a los que tienen derecho los legisladores y todos sus familiares.
Ese paso también lo dio el Partido de la Revolución Democrática, PRD, declarando Jesús Zambrano la renuncia a los gastos médicos mayores a partir del primer día en que entraran en funciones los 61 diputados federales del PRD.
Finalmente fue el Movimiento Ciudadano, MC, a través del coordinador de bancada Clemente Castañeda, quien declaró que era “ un despilfarro de recursos económicos los gastos médicos mayores erogados por la Cámara de Diputados, pues los 15 diputados del Movimiento Ciudadano pueden pagar los servicios de salud con sus propios recursos”.
Lamentablemente esta determinación de los tres partidos de izquierda no fue secundada por el PRI ni tampoco por el PAN. En el caso del PRI, el diputado César Camacho, comentó que los priistas no querían ningún privilegio, pero como diputados y diputadas tienen derechos como cualquier otro trabajador del sector privad y público. Por tanto, ellos no renunciarían a los gastos médicos mayores.
Pero, por qué tanta polémica en cuánto a los gastos médicos mayores otorgados a los diputados federales y a sus parientes? Quizá porque anualmente representan un gasto de 160 millones de pesos y quienes han hecho uso de él ni siquiera han recurrido a instituciones privadas del país, sino que deciden curar sus males o el de sus parientes en el extranjero, principalmente en los hospitales de Houston, Texas o los Angeles, California.
Como trabajadores sui géneris del gobierno federal, los diputados deberían afiliarse al ISSSTE y ser atendidos en sus clínicas, a ver si de esa manera se enteran de las carencias y deficiencias tanto tecnológicas como de personal especializado y de medicamentos que impiden prestar un eficiente servicio a todos los derechohabientes.
Y precisamente eso es lo que han acordado los diputados federales de la izquierda. Darse de alta en el ISSSTE y recibir atención médica en sus clínicas y hospitales.
Ojalá y esto último lo cumplan y después no nos enteremos que estos diputados prefirieron atenderse en hospitales privados y costosos. Bien dijo el diputado del movimiento ciudadano, Clemente Castañeda, “ la salud y la vida de un diputado no valen más que la de cualquier otro ciudadano”.