LA BASURA, CUENTO DE NUNCA ACABAR. JHT.

TODAVÍA ESTÁ LEJANO EL DÍA EN QUE LA AUTORIDAD MUNICIPAL EN COATZACOALCOS anuncie con bombo y platillo que el problema de la concentración de la basura doméstica ha quedado resuelto por lo menos durante los próximos veinte años.
Y mientras ese día llega, hay que acostumbrarnos a recibir noticias sobre el parcial esfuerzo del ayuntamiento por encontrar salida a un serio y crónico problema que provoca gastos, contaminación y dolores de cabeza.
Por lo pronto, tanto el gobierno local propone el funcionamiento de una planta de transferencia de basura en una zona pantanosa y la Secretaría del Medio Ambiente da su anuencia.
En esa planta se pretende acumular la basura de un día que son cerca de 460 toneladas y después de hacer la separación de los productos reciclables, enviar menor volumen hasta su depósito actual en un predio del municipio de Moloacán.
Este proyecto traería dos beneficios. Por un lado, el gobierno municipal haría una inversión de 8 millones de pesos, pero a cambio, ahorraría desgaste de vehículos y combustible, pues los desechos resultantes se llevarían en grandes góndolas.
Por otro lado, se evita que la planta de transferencia quede ubicada en sitios con población cercana que pudiera inconformarse y protestar por la contaminación, los malos olores y el riesgo de enfermedades respiratorias.
Dos acciones favorables, sin duda, pero de ninguna manera definitivos, pues la autorización de un nuevo tiradero de basura para Coatzacoalcos así como su construcción continúa como balón yendo de una dependencia a otra sin resultado alguno. El Ayuntamiento alega que la Legislatura del Estado no agiliza la autorización del basurero; La legislatura está al pendiente de la opinión de la Secretaría del Medio Ambiente y en tanto, no se ha reactivado el crédito que años atrás aprobó Banobras para edificar las instalaciones.
En años anteriores, las autoridades municipales creyeron necesario aprender de otros municipios el manejo de los desechos domésticos y sufragaron gastos de comisiones de regidores que recorrieron varios estados de la república, regresando con propuestas poco viables, eso sí, después de haber disfrutando plenamente de un viaje a costa del erario público.
Se dio el caso, inclusive, que un síndico del Ayuntamiento se trasladó al extranjero para conocer el procesamiento de la basura y el aprovechamiento del gas que de ella se desprendía. El servidor público tuvo una estancia feliz en Alemania pero los folletos que trajo no fueron aplicables, quizá porque estaban escritos en alemán.

El alcalde de Coatzacoalcos, Joaquín Caballero Rosiñol debería copiar a los alcaldes de pueblos veracruzanos lejanos que en un veliz llevan ropa para varios días y sus artículos de higiene y en las oficinas públicas se sientan a esperar, día y noche, sin moverse de su lugar, hasta que los atienda el funcionario estatal y les de una respuesta definitiva a la demanda de sus gobernados, porque ellos no se pueden dar el lujo de andar tanta distancia, gastar lo poco que tienen de presupuesto en el viaje y volver a su municipio sin respuesta positiva a sus reclamos y con las manos vacías.




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Tay

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