A PARTIR DEL 12 DE JUNIO DEL PRESENTE AÑO, La Suprema Corte de Justicia de la Nación resolvió sentar jurisprudencia para que en todos los estados de la República en donde aún no se ha legislado ni legalizado el matrimonio entre personas de un mismo sexo, los interesados puedan recurrir a un amparo y los jueces tendrán que aplicar la jurisprudencia y ordenar al encargado del registro civil que brinde las facilidades para que esta unión se lleve a cabo.
En la actualidad, sólo tres entidades federativas han modificado su código civil y aceptan el matrimonio entre personas del mismo sexo y son el Distrito Federal, Coahuila y Quintana Roo. Todos los demás estados han bloqueado o rehúsan legislar y adecuar su código civil, principalmente porque enfrentan la crítica y el rechazo del sector religioso que solamente reconoce a la institución matrimonial como la unión de un hombre y una mujer.
Obviamente, este asunto ha confrontado a los laicos y a los religiosos. Por una parte, Los laicos aprueban esta unión y lo hacen defendiendo el principio de la igualdad y la no discriminación, mientras que los religiosos sostienen que el matrimonio sólo se da entre un hombre y una mujer con fines de procreación.
Perdida la batalla jurídica, los religiosos han querido ser más indulgentes conviniendo en que esas uniones entre personas del mismo sexo puedan realizarse, siempre y cuando no se denominen como matrimonio, llegando a la ironía de llamarlo “lesbimonio” o “Gaymonio”.
Buscando cumplir con el criterio de la Suprema Corte de Justicia, pero al mismo tiempo, tratando de no quedar mal con la población creyente, el Congreso local de Colima modificó su código civil e incluyó la unión de las personas de un mismo sexo sin llamarle matrimonio, sino más bien, considerándola una “sociedad conyugal”. Esa salida legislativa ya fue echada abajo por la misma Suprema Corte de Justicia al considerarla también inconstitucional.
En Veracruz, la propuesta de la modificación al código civil para considerar como matrimonio la unión de personas de un mismo sexo se encuentra desde hace un año en comisiones en el Congreso local. Se presume que por motivos políticos y electorales, no se dictaminó ni pasó al pleno del Congreso para su aprobación toda vez que los partidos cuyos diputados hubieran votado a favor de la reforma, habrían sufrido las consecuencias en las urnas al negarles su voto los influyentes sectores religiosos y conservadores de la entidad.
Pero aún y cuando el código civil veracruzano no se ha modificado, con base en el criterio de la Suprema Corte de Justicia, varias parejas de un mismo sexo han recurrido al amparo y han logrado casarse en Xalapa y Veracruz puerto.
La reforma al código civil es inevitable, pues el apartado sobre el matrimonio ha sido declaro inconstitucional y lo único que pueden hacer los diputados locales para no chocar con los grupos religiosos y conservadores o pelear con sus propias creencias o sus aspiraciones políticas es que, al momento de la votación, se ausenten para ir al baño, no acudan al pleno o se ocultan en sus asientos y se abstengan de votar, dejándole la responsabilidad al resto de legisladores.